La noche en el parque de mi imaginación...

Cuando la oscuridad de mi noche aplasta la poca luz que irradio, pienso en ti; siento como todo recorre mi piel, desde el viento que sopla a duras penas sobre las hojas de mi jardín que se marchito en la supuesta primavera en que pensé verte por primera vez, hasta la pequeña gota cristalina cual diamante que destila mi ojo izquierdo suponiendo ver las comisuras de tus labios que enmarcaron perfectamente con los míos, que dudaron embelesados por el momento dejándose llevarse por la audacia de tus labios, mientras enloquecía con tu sonrisa picaresca y me olvidaba de los demás que miraban entusiasmados, entretanto acariciaste mi mejilla y te enredaste entre mi cabello que volaba despeinado para llamar la atención de las estrellas por donde vago con mis pensamientos tan llenos de utopías, tarareando la canción que invente cuando me robaste aquel pequeño beso en ese minuto de un mundo paralelo, donde no imagine que existías, ni me interesabas.

El frió se ha disipado y vuelvo en si, dejo de sentir esa calidez de tus recuerdos, escucho la noche cantar y mi cabeza se calla, la luna me llama pero no quiero acudir. Una muerte repentina se apodera de mi imaginación al igual que mis latidos fuertes, que retumbaban como el motor del vecino pasando a ser comunes y sin esfuerzo desaparecen de mis oídos. Y Otra vez la realidad se abre paso y no estas. El crepúsculo quiere tomar su lugar y lo miro atravesar la ventana, pintando de una gama inexistente para mi.

Me levanto con una agilidad que me sorprende, me doblo y vuelvo a caer sobre mis rodillas, de pronto caigo en cuenta que no estas ahí para sostener mi mano como siempre, me recrimino por solo pensarlo, pero un dolor acude a mi espalda deslizándose por mis piernas que desaparece en segundos al estar en contacto con mi mente, que te busca y ve al sueño como algo tan irracional, algo solo para mortales, pero que mi cuerpo pide y yo me rehusó porque de seguro ya todo se me borrara y tu ya no existirás de nuevo.